Lo que más me ha llamado la atención de las grandes ciudades
que he podido conocer es como el arte se tomó las calles siendo parte de ellas,
es un bien que beneficia transversalmente a la comunidad de una manera cultural
y estética generando un compromiso con la educación de cada uno de los que ahí
habitan.
A pesar de ser una fanática de Chile y de Santiago, siento
que el país, el estado, los empresarios y nosotros, los gestores culturales
estamos en deuda con la ciudadanía, por que no hemos sido capaces de disminuir
el inmenso abismo que existe entre la comunidad, la masa crítica, el arte y la
cultura. Los Museos escasamente se llenan, las galerías ni hablar, las ciudades
son intervenidas sin profundidad y con irresponsabilidad, generando un
conflicto entre las autoridades y los movimientos culturales que no tienen
espacios de manifestaci
ón callejera e
intervención urbana. Y es lógico, si la ciudad se interviene con
irresponsabilidad las puertas se les cierran a todos, y frente a esto la única
solución es pensar primero en la educación, lo que nos obliga a asumir un costo
económico y de tiempo, educando no conseguiremos resultados inmediatos, pero
nos garantiza éxito si la gestión está bien realizada.
Los que supieron de riesgos y de comenzar a educar el “vivir
la ciudad” inclusivamente son los del Minvu (Ministerio de vivienda y
urbanismo), que por estos días han hecho una doble apuesta, primero la creación
de un sitio web: minvuciudado.cl, que nos invita a ver que están haciendo las
distintas ciudades de Chile por su propia comunidad, invitando a hablar de
cultura y responsabilidad social, segundo otorgándole el patrocinio a un festival
de Arte e Intervención Urbana “Hecho en Casa Fest” (hechoencasa.cl), que por
estos días nos tiene viviendo una fiesta de cultura urbana alternativa, donde
artistas, políticos, urbanistas, arquitectos, etc. de distintas partes del
mundo han venido a nuestra capital a hablar de responsabilidad ciudadana e
intervenir espacios, mostrar y enseñar que podemos teñir el tradicional gris de
colores, mensajes y formas con una mirada estética, armónica, que aporte al
enriquecimiento de nuestra ciudad.
Tomando esto como punto de partida, hoy tenemos una
posibilidad, hoy se abrió una puerta que como habitantes de este país no
podemos cerrar ni dejar de atravesar, por que este festival tiene un contexto
finito, dura solo 10 días, tiempo suficiente para reflexionar en como seguir
trabajando, en como generar alianzas y proyectos reales que unan a los máximos
poderes de nuestra comunidad, las autoridades, los empresarios, los gestores
culturales y los artistas. Este es solamente el punta pie inicial para que
aprendamos a tomarnos la ciudad y hacerla nuestra.