viernes, 22 de abril de 2011

Hogares.


Después de tomar la línea 7 rumbo a Queens y bajarme en la 103, comencé a sentir un sabor latino. Estar ahí era como estar en tierra de nadie, como si no existieran las fronteras entre países, todos por la misma causa y pagando el mismo precio de esa causa, a mi alrededor solo escuchaba español, con distintos acentos, matices y modismos, mi ego latino crecía en cada paso que daba en busca de mi destino. Es que los latinos tenemos esa cosa caliente que el Norte Americano no tiene, ese espíritu seductor y galán que tanto le falta al nacido en el hemisferio Norte del planeta, es como que tuvieramos la conquista y la galanería incorporada en nuestro organismo.
Con un feedback desbordante llegué al lugar, la casa museo de Louis Armstrong, como era hora de almuerzo fuí la única asitente al tour de las 2:00 pm, lo que fué muy bueno. Todos los tours a hogares importantes del territorio que había tomado antes eran acompañados de un gran grupo de londinenses o nativos haciendo turismo en NY, por lo que el inglés del guía era rápido y muy fluido, lo que hacía, que por no entender del todo el mágico viaje al cual estabamos siendo inivitados, mi cabeza comenzara el suyo propio, por los detalles, por las desiciones decorativas y de distribución de sus antiguos habitantes, los protagonistas de la historia; por su puesto eso provocaba que me perdiera las mejores partes, al menos las que generaban la risa de los asistentes y mi cara de pregunta frente a esas situaciones hacía que el guía me rechazara eliminándome completamente de entre la multitud. Este no fué así, con un guía personalizado, Paul, un señor mayor que aunque le costaba caminar y respirar al mismo tiempo, amaba tanto su trabajo y la vida del músico que quería, por sobre todas las cosas, que yo comprendiera el porqué de cada detalle de su casa, de su vida y de la forma en la que él y su amada cuarta esposa habían convertido su casa en Queens en un hogar para ellos y para todos los niños que iban a clases de música en su jardín, supliendo a través de ellos la necesidad de paternidad que nunca pudo concretar. Dentro de las casas que he conocido mediante este sistema, es lejos la mas acogedora, cómoda y humana, por su puesto que en ciertos lugares, como el baño, exageraba el dorado, pero los espejos en las paredes y el techo perdonaban los detalles ostentosos, aunque visualmente se vieran multiplicados. Cada esquina, cada detalle estaban llenos de alegría y buen humor. Será por eso que su música ha traspasado generaciones, marcado hitos y pautas en la música actual, por que él vivía, respiraba y sentía acordes sonoros.
Disfrutar de espacios íntimos y universos personales, de importantes personajes íconos, entrando a mundos inexplorados, de una forma didáctica ayuda a comprender, desde la intimidad del hogar por que tantas personas eligen vivir o irse de las ciudades, en este caso NY, abrir los ojos a la historia desde el lugar de los protagonistas, de los antiguos Newyorkers. Será por eso que cada vez que salgo de esos hogares siento comprender o darle una nueva vuelta a la importancia que tiene cada esquina, parque y avenida dentro de la ciudad.

miércoles, 20 de abril de 2011

Staten Island,

Todo iba bien, había tomado el metro hasta el Ferry, situación que me llevó al diálogo con un Newyorker, que me contaba en el camino que el Ferry de día es muy distinto a la noche. El escenario que me tocó a mi era familiar y turístico, al parecer de noche es más rudo, oscuro y temeroso.
Cuando me bajé en Staten Island fué muy fácil llegar a mi primera parada, el Museo, un espacio para la cultura local, bastante especial y misceláneo, donde viajas por la historia del Ferry, de la Isla y de su medio ambiente, de una forma muy educativa y didáctica en el primer piso, y donde había una exposición transitoria de la Artista Andrea Phillips, en el Segundo, la obra era interesante, la primera impresión era la de piezas naïf y decorativas, pero cuando te acercabas eran perfectos collages, divertidos, que te llevan a viajar por una historia diferente cada uno. Personajes y escenarios construidos con pequeños pedazos de papel y un poco de pintura, interesantes, sin ser fabulosos.
Salí del Museo, con ganas de continuar el periplo por esta isla absolutamente desconocida para mí. Pero pensé que todo, desde el primer día, ha sido desconocido, así que sentí una confianza especial frente a la aventura de un nuevo lugar. Sin prejuicios ni temores.
Tomé la micro, que me dejaría en el Templo Budista “The Staten Island Buddhist Vihara”. Después de un diálogo con el chofer logramos ponernos de acuerdo en cual sería mi bajada y se comprometió a avisarme. Me senté en una posición estratégica, que no le permitiera olvidarse de mí, el espejo retrovisor era nuestro punto de encuentro.
Cuando el bus comenzó su transito por la isla, con más paradas que Huge Heffner en sus mejores tiempos, comencé inevitablemente a observar a los personajes que estaban a mi alrededor. Los buses acá tienen una distribución distinta a la de Chile, por lo que es inevitable mirar a la cara a algunas personas y mi estratégica ubicación además me obligaba a mirar a dos personajes sacados de una película, o mas bien, de la crónica roja del noticiero.  Él, un pequeño hombre, cuyos pies no lograban llegar al suelo y con una gran cabeza rapada, de manos muy gordas y cortas, con una mirada poco feliz y extrañamente psyco, un hombre que me recordaba a los 10 más buscados de Norte América, o a uno de los realmente malos de Prison Break, con cara de loco y una voz gutural que salía entre sus desordenados dientes. Junto a él, su pareja, también muy extraña y con mirada infeliz, que jugaba con su celular sin prestarle mayor atención a su acompañante. Comencé a sentir un temor extraño, a experimientar senciones que nunca había tenido, menos acá, donde dentro de toda la locura que es ésta ciudad, ningún ser humano es mas poderoso que ella; excepto ellos, mas poderosos que cualquiera de nosotros, por que expiraban un halo de maldad, que los hacía fuertes, locamente fuertes.
Frente a ellos no me demoré en sentir unas extrañas náuceas, parecía que mi estómago me iba a devorar y mi garganta evitaba que saliera un temoroso llanto de auxilio. Al poco andar, se subió a la micro una mujer, con tres pequeños niños, los que generaron una sonrisa y felicidad exaservada en este hombre, su mujer le dió la espalda, mientras él seductoramente invitaba a la pequeña niña, de mas o menos 4 años, a sentarse junto a su lado. Mientras ella se sentaba, seducida por este mounstro sonriente, él le acarciaba la pierna. Una mujer, que sabía lo mismo que yo, se levantó de su asiento, le cedió el suyo a la madre, y cogiendo sutílmente la mano de la niña la llevó al lugar donde realmente debía estar.
Por si no fuera suficiente, y haciéndole aguante a la situación, se subió una mujer aparéntemente de 40 o más años (que de seguro no superaba los 35, se veía desgastada por la experiencia, por la vida dura) con un joven, también rapado y con un tajo que daba vuelta su cabeza. Ella lloraba y él la llevaba hacia el final del bús, aprentándole el brazo sin mediar fuerza. Depronto se comienzan a escuchar golpes, sin gritos de defensa ni auxilio, él la golpeaba y nadie hacia nada. Yo sentía que debía hacer algo, todo el tiempo sentí que debía hacer algo, pero ni el idioma, ni el temor, me permitieron reaccionar. De pronto me ví camino a un templo budista rodeada de periferia y de personas sacadas de un extraño mundo.
Decidí bajar del bus, intentar respirar y volver a herguir mi cuerpo, que obligué a curvar como mecanismo de defensa. Crucé la calle y esperé el bus que me llevaría de vuelta al ferry y a nuestro Manhattan querido. 

lunes, 18 de abril de 2011

Emisor / Receptor

Me he dado cuenta de que hay situaciones donde realmente no es tan importante entender, solo en parte, lo que dicen, por que mientras el contexto y el mensaje sean absolutos y la forma un placer a los sentidos, los detalles quedan por debajo y la comprensión solo va dependiendo de la velocidad interpretativa de los emisores y la atención del receptor.

En el Theater 80 se realiza una obra de teatro llamada “The Church of Earthalujah”, en la que 3 músicos, 1 director de coro, 35 excelentes cantantes y 1 reverendo, durante dos rápidas horas, envían un mensaje al estilo Gospel, diciendo no al consumismo, no a la gran máquina corporativa, no al derroche de nuestros recursos naturales y si a la reutilización, a la vida simple para evitar desastres naturales. Acá hablan de tornados e incendios, los problemas en este lado del planeta. Yo recordaba nuestro terremoto y a los mineros por ejemplo, donde un grupo de empresarios por querer ganar más dinero ahorra en medidas de seguridad, lo que se traduce en 33 hombres atrapados a 800 mts. bajo tierra. Quiero decir, que por más que los problemas locales sean la línea constructiva en esta obra, el mensaje es universal y adaptable a cada rincón de nuestro planeta.

Nuevamente estando acá me sorprende, con una admiración tremenda, la gran cantidad de espacios, de voces y de públicos que hay, para cada distinto mensaje y forma de enviarlo. Aunque la sala no estaba llena, cada uno de los que ocupábamos una butaca en el público eramos parte de un espectáculo de forma participativa y mágica. Por que finalmente no importa la cantidad de gente que vaya al show, no importa la cantidad de gente que lea un diario, un panfleto o un blog, o la cantidad de gente que visite una exposición. Lo importante es que exista ese espacio, para que, quien lo quiera aprovechar pueda hacerlo. 

Washington, D.C.


Hoy en la mañana mientras tomaba un desayudo muy local en el hotel, me puse a pensar en la enorme cantidad de diferencias que hay entre dos de las más importantes ciudades de este país. Es que tengo la sensación que el viaje en tren es como cruzar un avismo en 4 horas, a un mundo totalmente nuevo abruptamente y pasar del caos al orden, de la exageración exacerbada a la elegancia y sofisticación, del clamor popular al universo político.

Ambas ciudades tienen su encanto y ambas carecen lo que a la otra le sobra. Pero después de 14 dias en NY, quiero gozar Washington y esta ostentosa paz llena de cultura, espacios públicos y arte... Hay modelos que se repiten en el país.

Después de una primera jornada de inspección, en la que recorrí casi el Mall Park  completo, después de sorprenderme con sus museos, edificios y memoriales; de entrar al centro, proveída de un mapa por su puesto, pero ya muy clara y segura de mis pasos, voy sintiendo el llamado a recorrer y aprovechar cada una de las horas que estaré acá.

La mañana comenzó con un divertido paseo con Casey, un poeta y profesor de Historia del Arte en la Universidad de Artes y Humanidades Corcoran Gallery & Collage of Art and Design, conversamos en busca de un café, al que renunciamos poco antes de llegar a la facultad, donde nos proveeríamos de un bebestible en un agradable espacio destinado a eso en el hall principal de ésta. No sin antes pasar por la Casa Blanca, bastante más pequeña de lo que la imaginaba y llena de distintos tipos de personas que se manifiestan por diversos motivos (que de seguro sobran) pero es gracioso, no superan las 5 o 7, incluso 1 personas por grupo de manifestantes y como buenos representantes de sus principios están muy convencidos y atentos a su causa.

Después de saciar nuestras respectivas sedes comenzamos un divertido paseo por la universidad, partiendo por las Salas de exhibición y el Museo. Se imaginan para un chileno estudiar arte o diseño con cuadros de Rothko o Rauschenberg, a los cuales puedes acceder cuando quieras, rodeados de increíbles fotografías, obras de arte y grandes espacios destinados para la exhibición de trabajos. En fin, el paseo no terminó ahí, de hecho para mi sorpresa estaba recién comenzando y toda mi ansiedad por recorrer los Museos que rodean el gran parque se iba apasiguando cuando Casey abría puertas que accedían a los distintos rincones de esta universidad, lugares que amo, como los destinados al almacenaje de obra, con cámara de frío para las fotografías, talleres donde trabajan los estudiantes. Siempre he amado esos lugares, con herramientas, olor a pigmento, a soldadura, madera y químico de revelado, ese lado B del arte que me fascina. Pasamos a las oficinas y biblioteca, en cada rincón nos encontrábamos con gentiles personajes y momentos universitarios, por lo que además me fui con pequeños tesoros de, espero, futuros descatacados artistas.

Un pequeño paseo por el parque y a comenzar mi ansiado viaje al interior de los museos, a saciar ese fabuloso apetito abierto en el MoMa, partí haciendo un recorrido transversal de generaciones, entre el Arte Contemporáneo en el Hishhorn Museum y el National Gallery Art, de Arte Clásico, donde en este último, y por primera vez en mi vida, estuve frente a Fragonard, artista que admiro profundamente y que hoy después de reir y emocionarme frente a sus obras, le declaro mi amor absoluto. Acá cada Museo es especial y coherente, desde la arquitectura hasta la obra que contiene, da la sensación que nada es al azar, que todo esta pensado para respetar enalteciendo cada pieza y acoger a cada uno de los visitantes que repleta cada Sala.

Dentro de mi recorrido Museal, y después de viajar por la historia del arte, decidí jugar tematizando mi estadía en el DC y hacer un nuevo viaje, ahora por la historia de US, visitando el Museo de la Cultura India, un Museo muy atractivo arquitectónicamente, suave y blando a la vista, interesante y contundente en el recorrido, donde cada uno de los gestores de este gran universo particular llamado Estados Unidos de Norte América figuran sin discriminación y con determinación, interesante mezcla; y el Air and Space Museum, fué divertido por que me sentí como una turista absoluta, con una sensación de inemoción constante, y ahora la masa humana si me molestaba, igual que a la señora que no le dejan sacar la foto por que la tapa la niña que está adelante, claro que yo no saqué fotos, definitivamente ese pudo haber sido mi error. En fin puede ser que no sirva para ese tipo de aventuras, que los aviones y las grandes naves no me parezcan mas atractivas que las obras, aunque son una obra en si misma y los trajes que han vestido los enviados al espacio a lo largo de la historia son fabulosos, aunque igual mas me recordaron el Dharma de Lost que la emoción del primer hombre en la luna.

Al salir de ahí, una parada semi obligada en los verdes pastos de Mall Park para deternerme un minuto, descanzar las piernas y mirar el cielo, tenía claro que no podía terminar mi tour “temático” sin ir al “The Lincoln Memorial”, emprendí camino aunque la excesiva cantidad de gente que quería hacer lo mismo que yo invitaba a detenerme, sabía que era mi única oportunidad y que aunque no pudiera tener una conversación con él, al menos lo vería y podría disfrutar de la hermosa vista al parque desde ahí; es fuerte su imagen, imponente, absoluta, solemne, mirando y cuidando esta ciudad que parece deberle todo. Después, y ya que estaba ahí mismo, y que el día anterior habia ido al  impresionante “The United State Capitol” decidí ir al “Vietnam Veterans Memorial” y ser consecuente con el circuito propuesto, es interesante ese memorial, intenso, aguerrido, logras sentir de alguna manera lo que ese grupo de hombres hicieron por esta nación.

Cerrando así el círculo, ya entrando la noche y con una sensación de cansancio absoluto comienzo el camino de regreso al Hotel, haciendo el recorrido por calles que no conocía, gozando cada esquina y pensando en como aprovechar al máximo mi siguiente y última mañana en el DC, ciudad que me mostró sus dos caras, primero un sol radiante y hoy una intensa lluvia, que no cohartó mi caminata al metro, incluso me detuve por las fotos de rigor y pude conocer un mundo bajo tierra bastante mas moderno, limpio y ordenado que el de NY.
Ahora espero mi tren en una cafetería en Union Station, esperando volver a la ciudad que en este mes se ha transformado en mi hogar y mi escuela.