Después de tomar la línea 7 rumbo a Queens y bajarme en la 103, comencé a sentir un sabor latino. Estar ahí era como estar en tierra de nadie, como si no existieran las fronteras entre países, todos por la misma causa y pagando el mismo precio de esa causa, a mi alrededor solo escuchaba español, con distintos acentos, matices y modismos, mi ego latino crecía en cada paso que daba en busca de mi destino. Es que los latinos tenemos esa cosa caliente que el Norte Americano no tiene, ese espíritu seductor y galán que tanto le falta al nacido en el hemisferio Norte del planeta, es como que tuvieramos la conquista y la galanería incorporada en nuestro organismo.
Con un feedback desbordante llegué al lugar, la casa museo de Louis Armstrong, como era hora de almuerzo fuí la única asitente al tour de las 2:00 pm, lo que fué muy bueno. Todos los tours a hogares importantes del territorio que había tomado antes eran acompañados de un gran grupo de londinenses o nativos haciendo turismo en NY, por lo que el inglés del guía era rápido y muy fluido, lo que hacía, que por no entender del todo el mágico viaje al cual estabamos siendo inivitados, mi cabeza comenzara el suyo propio, por los detalles, por las desiciones decorativas y de distribución de sus antiguos habitantes, los protagonistas de la historia; por su puesto eso provocaba que me perdiera las mejores partes, al menos las que generaban la risa de los asistentes y mi cara de pregunta frente a esas situaciones hacía que el guía me rechazara eliminándome completamente de entre la multitud. Este no fué así, con un guía personalizado, Paul, un señor mayor que aunque le costaba caminar y respirar al mismo tiempo, amaba tanto su trabajo y la vida del músico que quería, por sobre todas las cosas, que yo comprendiera el porqué de cada detalle de su casa, de su vida y de la forma en la que él y su amada cuarta esposa habían convertido su casa en Queens en un hogar para ellos y para todos los niños que iban a clases de música en su jardín, supliendo a través de ellos la necesidad de paternidad que nunca pudo concretar. Dentro de las casas que he conocido mediante este sistema, es lejos la mas acogedora, cómoda y humana, por su puesto que en ciertos lugares, como el baño, exageraba el dorado, pero los espejos en las paredes y el techo perdonaban los detalles ostentosos, aunque visualmente se vieran multiplicados. Cada esquina, cada detalle estaban llenos de alegría y buen humor. Será por eso que su música ha traspasado generaciones, marcado hitos y pautas en la música actual, por que él vivía, respiraba y sentía acordes sonoros.
Disfrutar de espacios íntimos y universos personales, de importantes personajes íconos, entrando a mundos inexplorados, de una forma didáctica ayuda a comprender, desde la intimidad del hogar por que tantas personas eligen vivir o irse de las ciudades, en este caso NY, abrir los ojos a la historia desde el lugar de los protagonistas, de los antiguos Newyorkers. Será por eso que cada vez que salgo de esos hogares siento comprender o darle una nueva vuelta a la importancia que tiene cada esquina, parque y avenida dentro de la ciudad.
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