viernes, 8 de abril de 2011

Viaje al interior




Dentro de este universo lleno de gente y de información en cada esquina, hoy, en medio de un barrio donde abundan las tiendas con ropa de diseñador y galerías de arte comercial (que sin duda tienen buena obra), me sucedió algo poco común para un chileno: Encontrarse con una exposición de Damien Hirst, con obras de Keith Harring, Warhol o Lichtenstein, de Frank Stella y Chagall, obras que sin duda aprecié con entusiasmo en las distintas galerias del SoHo. Estaba feliz, aunque, siempre conciente de donde estaba y por que esas obras están en ese circuito. No vamos a agrandar a unas cuantas galerías sólo por que tienen obras de artistas que pertenecen a este lugar, a esta gran industria del Arte.

Dentro del circuito de salas que expele New York, pude visitar dos espacios que me evocaron algo que sentí que en esta ciudad no existía, espiritualidad. Un instante de silencio, un regalo a la mente, a la imaginación y un pequeño instante de reflexión y meditación dentro del caos.
Desde 1979 y en dos espacios paralelos de Dia Art Fundation, Walter de Maria montó dos exhibiciones que no pueden vivir la una sin la otra. De hecho, son una desde 1977, cuando por primera vez De Maria insertó bajo tierra y con una profundidad de mil metros, sólidas barras de latón pulido de dos pulgadas. De eso hoy pude ver solo una fotografía, una hermosa imagen que sirve para comprender los espacios y la obra que hace 32 años se exhibe sin alteraciones.

La primera Sala “The Earth Room”, es un espacio en el segundo piso, de un departamento en pleno SoHo, silencioso y austero, en el cual al subir te encuentras con 22 pulgadas de tierra cubriendo la totalidad de la superficie del departamento, es impactante, extrañamente bello, solemne. Uno puede ver sólo desde la entrada, separada por un vidrio que te distancia de la obra de una forma sutil y práctica, pero no necesitas estar sobre ella. Es un espacio para observar también dentro de uno, dentro del silencio de esa húmeda superficie de tierra, tan orgánica como el espectador. La obra continúa visitando el segundo espacio, “The Broken Kilometer”, a un par de cuadras de distancia, en el cual, alineadas en el suelo hay 500 barras doradas y brillantes de latón pulido, instaladas en cinco filas paralelalas, dentro en un espacio enorme, donde calzan perfectas, como el más bello de los puzles. También se ven con distancia, sin tocar, sin sacar fotografías, solo uno y la obra, por el tiempo que dure la visita, en un extraño viaje al interior que se genera estando ahí.

jueves, 7 de abril de 2011

Primera experiencia en el Bronx




Hoy mientras caminaba por el Bronx (en la que definitvamente fue mi primera visita por que no pude hacer ni la mitad de lo planeado) vi un auto destruido, estacionado y convertido en un montón de chatarra inutilizable, esa imagen tiene que haber sido la señal que me decía devuélvete y saca una nueva historia de otra parte. Debería haberlo intuido desde que me bajé del metro, por que después de una mañana soleada y hasta templada, justo cuando pongo un pie fuera de la estación que me había dejado en el Bronx se puso a llover y no paró, al menos durante todo el tiempo que estuve ahí. Por su puesto, no estaba preparada para la lluvia. Lo primero que hice y definitavamente lo único que debí haber hecho fue ir a la Longwood Art Gallery, que tenía dos buenas muestras que no pude apreciar bien (otro motivo para volver), por que estaba lleno de vecinos de la comunidad, esperando el Bronx Culture Trolley que parte desde ahí, un tour que te lleva a los lugares que hay que visitar, por supuesto yo no lo tome, aunque era gratis, por que no solo quería pasar por los lugares, si no que quería detenerme, y los tiempos de ese tour no concidían con los míos y mi siguiente programa. Así es que pensé que lo mejor era hacerlo caminando. Tenía el tiempo contado, ya que a las 6:30 debía estar en el Museo del Barrio, para poder ver un documental: “The faces behind the dolls”, un tributo al trabajo de Madame Alexander Doll Company, una compañía que se dedica a la creación y fabricación de muñecas de colección.

Después de mirar como pudiera la muestra de Longwood Art, comencé a caminar hasta mi siguiente parada, Haven Arte Gallery. Después de 20 cuadras, 10 vulcanizaciones, 1 puente, 1 auto destruido, 1 cigarro y mucha agua sobre mí, llegué y estaba cerrada. Más que lamentarme, me reí, y como suelo ser optimista partí rauda al otro lado para ver si alcanzaba a llegar al Bronx Museum. Después de  30 cuadras, el mismo auto chocado, las mismas 10 vulcanizaciones, el puente, bastantes mas personas que a la ida y ningún cigarro, decidí ver el mapa, me di cuenta que me faltaban al menos 10 cuadras y que ni la humedad de mi atuendo, ni la hora me iban a  permitir llegar y disfrutar ese momento. Decidí volver al punto inicial, el metro.
Sabía que para mi siguiente parada, la 103 st. con 5 av. no conseguiría el metro desde ahí, tendría que por primera vez hacer una combinación, de lo contrario tendría que volver a caminar a la línea 6. Después de unas 5 vulcanizaciones, preferí emprender y arriesgarme en una nueva aventura en el sub suelo de Manhattan.
Antes de bajar y no saber donde ir, me quedé parada en la entrada, preguntándole a todos los que veía.  Nadie iba al Down Town desde ahí, todos subían, un poco de paciencia era la fórmula, o intentar entenderle al policía afromaericano que no hablaba español, mientras el me explicaba y yo le decía “please more slowly”, se me acercó una señora con cara de Rusa, que me pregunta con acento argentino si es que yo era chilena, le digo que si, que si es que ella iba al Down Town, que si podíamos irnos juntas hasta mi combinación, que me ayudara mostrándome donde era. Creo que la bombardíe un poco, pero ella fue muy feliz, amaba Chile por que vivío en Valparaíso, el principal puerto de mi país, antes de venirse en 1996 y quedarse de illegal acá. Amaba Chile y a su gente pero defendía a muerte su vida en los Estados Unidos, decía que era lo mejor para sus hijos, que de no haberse quedado, nunca hubiera aprendido inglés, que al final vivir de ilegal acá es casi igual no serlo. En fin, una experiencia mas de una misma historia con mil caras. Sólo pudimos conversar dos estaciones, me indicó mi combinación y la hice. Mientras esperaba el tren, disfruté de la música de un baterista, que tocaba y cantaba una canción de Mini Vanilli, con un jóven bailarín que hacía todo para merecer una propina. Aporté con lo mío, les saqué unas fotos y subí a mi tren. Caminé todo lo rauda que pude hasta el Museo del Barrio, llegué y no pude entrar, la función estaba copada y yo sobre el tiempo reglamentario.

miércoles, 6 de abril de 2011

Residente.



De a poco me voy sintiendo mas cómoda en esta ciudad, dejo de mirarla con temor, y con ese exceso de respeto que le tenía los primeros días. Voy asimilando los motivos por los cuales estoy acá, aprender de la experiencia creciendo transversalmente, conocer una nueva realidad y nuevas formas en el manejo del arte y de la vida, vivir un proceso creativo y metódico con la escritura y un sin fin de sensaciones que las da el día a día, el estar sola en este universo tan distinto al mío, creo que hay un sano período de adaptación, en el cual no solo impacta la imponente arquitectura y el modo de vivir de su gente y sus costumbres, el metro y nuestros primeros difíciles encuentros. Siento que todo ha ido tan rápido que mi comportamiento y visión sureña van quedando atrás igual de rápido y comienzo de a poco, muy de a poco a soltarme y a vivir la experiencia Apexart.

Hoy tuve un rico almuerzo con ellos, Steven, Cybele y Julia, los sentí cercanos y atentos a mis necesidades, preocupados de que viviera cada día para mi propio crecimiento y desarrollo profesional. Para encontrar nuevos motores que me inspiren en la continuación de mis proyectos en Chile. nuevas redes, ideas y modos de concretar, lo que para nosotros muchas veces es tan difícil , el desarrollo y fortalecimiento del arte y de los artistas, de cada una de las piezas que logran movilizar nuestra cultura local.

Esta residencia recién comienza y rápidamente voy viviendo nuevas aventuras, nuevos aprendizajes, intuyendo que mi autismo tiene los días contados.

martes, 5 de abril de 2011


Hoy caminando por el Riverside Park me puse a pensar en ¿hace que un país sea desarrollado? No puede ser sólo por su estabilidad financiera, ni por la mayor cantidad de gente empleada que exista, ni por la cantidad de influencia política y social que tenga con los otros países del mundo. Un país desarrollado también debe serlo por el respeto tácito que se le debe a cada una de sus comunidades, a la gente que habita en él y en cada una de sus ciudades. Yo no sé si los inmigrantes sientan que se les tiene respeto acá, o si el “American Dream” fué mas poderoso y hoy se vive una especie de atochamiento humano, en el que lamentablemente no todos caben.
Sin embargo, atravezando los contrastes de este lindo parque pude reafirmar varias cosas que me gustan y que en mi país no veo, grandes parques abiertos y construidos para todos, gratis y con implementaciones deportivas, recreativas y culturales de primer nivel, con lo cual se le entrega confianza a la comunidad. Se le dice “yo te doy esto para que lo disfrutes y tu lo cuidas por que es tuyo, por que es de todos”.  Recordaba las canchas de cemento construidas junto a los blocks de departamentos en la periferia de Santiago, llenas de basura y en malas condiciones. Recordaba a nuestras comunidades indígenas y todo lo que están haciendo por abolir su cultura, por que definitivamente ni una gota de poder tienen para abolirles. Veía como jóvenes, niños y adultos de distintas clases sociales desarrollaban sus actividades deportivas en armonía y comunión, un ejemplo digno de imitar!
Después, caminado por el parque desde los imponentes monumentos, el paisaje comenzaba a cambiar y los block de inmigrantes se iban transformando en bellos departamentos pertenecientes a la clase mas acomodada de Manhattan, las plazas se llenaban de niños (este país definitivamente está a salvo y las hijas de Obama pueden respirar tranquilas) y las comunidades latinas, asiáticas y norte americanas, comenzaban a interactuar, los colores y acentos se mezclaban en el espacio público generando una armonía inusual. Bajo este escenario pensé que es ahí donde está el desarrollo, en la seguridad y la confianza que se le tiene la comunidad. La capacidad que tiene cada una de las personas de convivir en armonía, con respeto a la integridad  de cada uno de los que habitan el espacio público. 

lunes, 4 de abril de 2011

Acercándome a Brooklyn


Hoy me quedó claro que estoy recién comenzando a conocer NY… Menos mal! Por que esta mañana sentí un poco de temor, sentí un vertigo extraño, que todo va demasiado rápido, que cada día es imparable y cada noche una nueva aventura frente al computador y a mi actual mejor amigo Word, es que han sido días intensos, ágiles y sin pausas, desde que llegué, hace ni siquiera una semana.
Son recién 4 días en esta loca ciudad y después de mi última experiencia en metro, que por cierto me obligó a caminar ayer mas de 40 inspiradoras cuadras, decidí que antes de salir tengo que estudiar las calles por las que voy a transitar y el plano del “submundo”. Mi inglés hablado sigue siendo una piedra de tope para mi relación con otros seres humanos, por lo que me he mantenido al margen de la generación de diálogos y exceso de prenguntas a la comunidad Neoyorkina. Por eso, para el programa de hoy “Williamsburg” partí mas preparada, y aunque igual me perdí, mi otro mejor amigo “mapa” fué muy leal y pude encontrar las coordenas. Julia creo que tuvo un exceso de confianza conmigo y sus referencias dejaron de ser tan puntuales, pero bien, es parte del camino que tengo que recorrer estando acá.
Después de una divertida caminata por Bowery hasta Kenmare, pude percartarme del loco cambio de idioma en los carteles y en los papeles del suelo, del Inglés al Chino, ese debe ser el camino para Chine Town, o la periferia de ese popular barrio, al cual me negué a entrar para conocerlo con mayor profundidad, tenía muchas ganas de llegar a Brooklyn. Ahí tomé el metro, crucé el Puente Williamsburg y llegué a la zona Judía por excelencia en esta parte del territorio, un lugar alucinantemente distinto a todo lo que había visto, acompañada de un Ipod Shuffle y una seductora voz masculina que me iba contando, en inglés, la historia del lugar, la creación de la comunidad y el estilo de vida actual del barrio. Como era de esperar entendí solo en parte lo que me iba diciendo, y moviéndome a gran velocidad lograba establecer las coordenadas para ir al ritmo del tour más personal que había experimentado en mi vida, a ratos le ponía pausa para sacar fotos, para mirar a las numerosas familias judías y sus costumbres, hombres con hombres y atemorizadas mujeres compartiendo sólo entre ellas, sin mezclarce en público con sus hombres, por que en la intimidad deben mezclarce bastante… Vuelvo a destacar “numerosas familias”. Algo que me había llamado la atención de NY son la falta de niños, hoy pensé: Están todos en Williamsburg! Y son judíos!, esta ciudad aún tiene salvación. El tema es si los poderes políticos querrán que sea esta comunidad la que reine en un futuro, si no, sólo las hijas de Obama podrán hacer algo.
Después de este personalizado tour continué con el propuesto por Julia, apoyada por mi mapa no fué tan difícil llegar a Bedford, la calle taquilla de Williamsburg, lleno de bares, librerías, disquerías, un par de pequeñas pero buenas galerías de Arte y de mucha gente derrochando estilo, un placer a la vista. Para hablar de los espacios de Arte me gustaría ver un poco mas, ambas Salas “Like de Spice” “Pierogi Gallery”, tenían muestras demasiado distintas, una absolutamente figurativa, moderna pero figurativa al fin y la otra con dibujos y mapas que marcaban la ruta hacia un punto indeterminado, jugando con la política y los distintos poderes de este país, interesante las dos, pero no demasiado. Pienso que esta ciudad me tiene tan impactada aún, que ver obras no demasiado potentes no me están provocando sensaciones potentes, ni pegar la mirada en ellas… Es la ciudad la gran obra para mí en este minuto.
Es que es imposible escapar de ella, cada realidad y cada nueva imagen me impacta, me conmueve, me inspira, me hace sentir que el mundo se esta moviendo, que todo lo que pasa es nuevo, independiente al día anterior, a la realidad de mi propio mundo y eso me gusta, me distrae sin volarme, aterrizada en cada esquina, en cada paso, en cada estación de metro, en los ojos de cada uno de los habitantes de esta ciudad.

domingo, 3 de abril de 2011



Hoy recorde la obra de un artistas chileno, Alfredo Jaar, que hace unos anios vive en New York y que hace un tiempo hizo una intervencion en pleno Time Square, en una de las pantallas de led puso una grafica con el plano de USA y sobre ella escribio: “This is not America”, esa obra genero mucho revuelo, mucha gente sintio que estaban ofendiendo a su patria, Jaar hizo esa obra a modo de protesta, por que realmente todos los que vivimos en America somos Americanos, Unos latinos, otros Centro y otros Norte. Hoy caminando por Broadway recorde esa obra y le di una lectura que nunca le habia dado, esta ciudad esta tan sobre poblada de extranjeros, es tan de todos como de nadie, que realmente Jaar tiene razon, “Esto no es America”, es un poco de cada pais del mundo, es de cada uno de los que hoy vi caminando, es de los jovenes, de los viejos, de los blancos, de los negros, Asiaticos y Nordicos, de cada uno de los que se anima a vivir aca. A ratos cerraba los ojos e intentaba separar las voces, poder diferenciar las lenguas, todas juntas en un mismo lugar, ninguna impuesta sobre la otra, todas a un mismo nivel y al mismo tiempo. Podia ser casi una obra impresionista, llena de color, con arto pigmento, medio romanticona incluso, claro que al abrir los ojos y ponerle cara a las voces comienzas a viajar por las instalaciones, las performance. La universalidad de esta ciudad, todos tan distintos, nadie parecido a nadie, nadie mirando a nadie, excepto yo que miraba cada detalle de todos los que por ahi pasaban, asumiendo que NY no son solo los edificios, ni las grandes construcciones ni los rascacielos que he podido ver con entusiasmo y perplejidad en cada calle, en cada esquina y hoy en el museo de rascacielos, NY es tambien esa entrega de energia imparable que da la gente, ese sobre aviso de “Ey aca estamos”… Somos parte de un mundo, del cual nadie se quiere bajar.
Hoy no me perdi en el mapa, hoy me perdi dentro de mi, dentro de lo que cada una de esas voces decia sin yo querer ni poder entenderlos, es magico eso de viajar sola, la cantidad de silencios, la cantidad de pensamientos, de miradas propias sobre un mismo tema, la capacidad de dejarce sorprender solo con el pensamiento, ese gesto autista que siempre es mirado con reproche y que hoy es mi mejor aliado